NAVEGACIÓN INTELIGENTE |
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por Alfredo González Colunga ©
Imaginemos que el conjunto de calles de una ciudad forman una retícula. Gracias a los modernos sistemas de navegación por GPS disponemos de los datos, digamos de un taxi, que avanza por esa retícula. Con esos datos resulta sencillo no solamente conocer la trayectoria de ese taxi, sino también el tiempo que tarda en desplazarse entre dos puntos cualesquiera de esa retícula –una calle cualquiera de la ciudad-. A medida que el taxi va avanzando por la ciudad podemos ir acumulando datos de los tiempos de desplazamiento del vehículo por las calles de la ciudad hasta llegar a su destino (en nuestro ejemplo tomaremos datos del taxi cuando esté realizando “una carrera”). Supongamos ahora que almacenamos y procesamos los datos no de un único taxi, y que lo hacemos de toda la flota de taxis de la ciudad. Y que actualizamos constantemente esos datos. ¿Qué obtenemos? Pues ni más ni menos que los tiempos de desplazamiento de esos vehículos por toda la ciudad. Esto marca una diferencia esencial. Actualmente los sistemas de navegación de los vehículos indican el trayecto MÁS CORTO entre dos puntos cualesquiera de la ciudad. Con esta información nuestro navegador podría indicarnos fácilmente no el trayecto más corto, sino el trayecto MÁS RÁPIDO entre esos dos puntos. Disponer de esa información supone para un taxista no solamente la posibilidad de optimizar sus desplazamientos. También la de ofrecer a sus clientes, incorporado en su taxímetro, el tiempo previsto de desplazamiento y, consecuentemente, el precio estimado por la carrera, cantidades ambas que pueden ir variando en tiempo real en función de los nuevos datos obtenidos. La misma ruta idónea puede variar a lo largo del desplazamiento si se produjera un embotellamiento inesperado (debido a un accidente, por ejemplo) evitando preventivamente ese trayecto y ofreciendo otro alternativo, información que también puede ofrecerse en tiempo real tanto al propio taxista como a su cliente. No hablamos de ningún futuro lejano: dado que los datos ya existen, un dispositivo de estas características puede ser fácilmente fabricado. Podríamos denominarlo “Dispositivo taxímetro con incorporación de tiempo (optimizado) de desplazamiento y precio de carrera previsto”. Un paso más allá nos lleva al cliente potencial del taxi, que puede, mediante la aplicación adecuada en su teléfono móvil, proporcionada por el propio servicio de taxis, hacer una predicción del tiempo que le llevará realizar un desplazamiento y de su precio antes incluso de solicitar el servicio, incluyendo incluso el tiempo en que el taxi tardará en llegar hasta su posición para recogerle (¡cosa bien distinta, como todos sabemos, es que encuentre un taxi libre!). Un paso más allá nos lleva a pensar en la información disponible de todos los vehículos que se desplazan por una ciudad. Las grandes empresas de datos gestionan enormes cantidades de información provenientes de los GPS de sus usuarios (otra cosa bien distinta es la legalidad o ilegalidad en la obtención de estos datos, aspecto que no trataremos aquí). Utilizando esa información, y siguiendo la misma lógica, se puede aplicar este procedimiento ya no solamente para los taxis, sino para los vehículos en general que dispongan de un navegador “inteligente”. De este modo no solamente se optimizará la trayectoria prevista (que pasa, al igual que en el primer ejemplo, de “la más corta” a “la más rápida”). Además se evitarán los clásicos problemas asociados a los navegadores actuales que “desconocen” que nos están enviando, por ejemplo, a una calle cortada por obras. La información sobre los flujos de tráfico puede ser aprovechada también por los servicios de tráfico de las ciudades, que además de los complejos algoritmos actualmente utilizados para el control de la red semafórica pueden recurrir al sencillo “ensayo y error” para ir optimizando esos flujos, adaptándola además con precisión creciente en función de las necesidades de cada hora del día, teniendo siempre como objetivo que la velocidad media global del tráfico que gestionan se acerque al óptimo deseado. El tráfico interurbano también puede beneficiarse de estos procedimientos. Además de los ya descritos, en estos desplazamientos, especialmente si son largas distancias, jugarán un papel creciente los “históricos” (datos acumulados de desplazamientos anteriores realizados por otros vehículos), pues no es tan interesante saber el estado actual del desplazamiento que vamos a realizar como su evolución a lo largo del propio viaje que vamos a emprender. De este modo el “navegador inteligente”, sea incorporado en el vehículo o en nuestro teléfono móvil, podrá tener en cuenta desde el día de la semana hasta la climatología reinante. A partir de ahí ya será nuestra la decisión de permanecer un poco más en la playa a cambio de soportar un atasco algo mayor.
29 de Julio de 2013 |
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